martes, 20 de diciembre de 2016

HISTORIAS ENTRELAZADAS




Marlene y Lorenzo intentaron concebir un hijo y les resultó esquivo durante 25 años. Mas, nunca se rindieron, visitaron especialistas, se sometieron a pruebas, procedimientos, al cabo interiorizaron que nunca tendrían un descendiente. Comenzaron a ver sus existencias desde otra perspectiva…
A los 41 años de edad, ella comienza a sentirse mal, va al médico, con el que la ha asistido siempre y estaba al tanto de su infertilidad, y le diagnostica un plastrón, zona de induración a nivel de un foco inflamatorio; su abdomen crecía.
La operación era inminente, había que cortar el mal para no sufrir sus consecuencias: empieza a prepararse, análisis… y llegó el momento del ultrasonido, de pronto, en aquel recinto se escuchó:
-Mamá, está conformadita…
Masle prorrumpió en llanto, le habían tocado su punto más sensible, y, seguidamente espetó:
-No puedo tener hijos, estoy aquí por un plastrón.
Y la especialista ripostó muy convencida:
-¡Plastrón de siete meses…! con piernas, brazos y sus órganos conformados, qué va, usted está embarazada y casi parida…
Ambos no daban crédito a aquellas palabras, eso sucedió hace 19 años, desde aquel instante fue noticia feliz Bárbara de las Mercedes Sánchez Noguera, llegaba inusitadamente, debían asumir la maternidad cuando ya no eran tan jóvenes, ese tiempo, había pasado…
DE CASTA LE VIENE EL TALENTO
La educaron con la sabia que da la adultez,  sin flaquezas. Debían criarla fuerte e independiente, por si a ellos les sucedía algo, para que afrontara bien su futuro, y le infundieron que, únicamente, se alcanza un objetivo con  esfuerzo.
Bajo esos preceptos cursó la Enseñanza Primaria, no hubo actividad en la que no estuviera presente. Le inculcaron hábitos de estudio, estimularon su pasión por la lectura, y ella hizo de esas lecciones un sacerdocio.
Andando el tiempo llegó a la secundaria básica, en esta se desempeñó con igual proceder, su trayectoria  posibilitó que le otorgaran  una beca para el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Silberto Álvarez Aroche, en Bayamo.
En el Instituto, también aprovechó su tiempo y continuó siendo una adolescente madura y enfocada. Participó en concursos nacionales en Biología, fue una alumna integral, muchas asignaturas las convalidaba, sus excelentes notas hicieron que conquistara su sueño: la carrera de Medicina.
AL ANDAR SE HACE CAMINO
Hoy, Barbarita compensa los desvelos de sus padres,  está en segundo año de Medicina, en la Filial de Ciencias Médicas Efraín Benítez Popa, de Bayamo, Granma.
Hace poco, acudí a su casa impactada, me dijeron que había sido intervenida quirúrgicamente, su mamá me narró lo ocurrido,  aún estaba en cuidados intensivos. Cuando la egresan, yo, ni corta ni perezosa, los atosigo  con una avalancha de preguntas:
 -¡Cómo que un tumor mesentérico congénito!, quién te lo descubrió, te sentías mal…denme detalles.
-Sí, tenía un tumor de ese tipo.
“Yo llegué de la Universidad y me puse a palparme, como me enseñaron, en decúbito supino en mi cama, de momento toqué algo que no era consistente con lo aprendido, sentí que algo muy raro tenía, continué apretándome y veía que el abdomen no subía, de pronto, se me hizo un promontorio en el centro, entonces supe que algo malo sucedía, entré en pánico y desesperadamente llamé a mi madre.
“Al día siguiente fuimos para el Hospital Carlos Manuel de Céspedes, y me vio la doctora María Julia Ojeda,  eminente cirujana bayamesa, quien al palparme, prácticamente, me cargó y balanceó el tumor que se extendía en los extremos derecho e izquierdo del abdomen, y sentenció, que casi estaba segura de que era un mesentérico, el tercero visto en su vida en más 40 años como médico, pero que efectuaría pruebas para concretar el diagnóstico. Y, en efecto, resultó lo que esperaba.
La doctora María Julia y un equipo de expertos cirujanos intervinieron quirúrgicamente a Barbarita. La operación resultó exitosa, mas,  fue necesaria una segunda, por presentarse una oclusión intestinal. Ya la jovencita se recupera en su casa, bajo la atenta mirada de sus progenitores.
 Últimamente, hemos conversado mucho, quiere ser como María Julia, como Ángel Norber y Yurennys Rosales y los demás galenos que le salvaron la vida. Al oírla hablar, y luego reflexionar, sentí que le debía estas líneas   por su apego a la superación constante, y también a estos  cirujanos que escriben páginas de entrega y la mayor parte de las veces quedan ocultas en el anonimato.
 Si Barbarita en su segundo año de carrera se detectó un tumor, a punto de estallar, que pudo ocasionarle la muerte, qué quedará para cuando esté repleta de sapiencia, de seguro, un andar promisorio por esas sendas de altruismo de la Medicina cubana, que la Revolución  ha sabido elevar a niveles del primer mundo.
  

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