Marlene y Lorenzo intentaron concebir un hijo y les resultó esquivo durante
25 años. Mas, nunca se rindieron, visitaron especialistas, se sometieron a
pruebas, procedimientos, al cabo interiorizaron que nunca tendrían un
descendiente. Comenzaron a ver sus existencias desde otra perspectiva…
A los 41 años de edad, ella comienza a sentirse mal, va al médico, con el
que la ha asistido siempre y estaba al tanto de su infertilidad, y le
diagnostica un plastrón, zona de induración a nivel de un foco inflamatorio; su
abdomen crecía.
La operación era inminente, había que cortar el mal para no sufrir sus
consecuencias: empieza a prepararse, análisis… y llegó el momento del ultrasonido,
de pronto, en aquel recinto se escuchó:
-Mamá, está conformadita…
Masle prorrumpió en llanto, le habían tocado su punto más sensible, y,
seguidamente espetó:
-No puedo tener hijos, estoy aquí por un plastrón.
Y la especialista ripostó muy convencida:
-¡Plastrón de siete meses…! con piernas, brazos y sus órganos conformados,
qué va, usted está embarazada y casi parida…
Ambos no daban crédito a aquellas palabras, eso sucedió hace 19 años, desde
aquel instante fue noticia feliz Bárbara de las Mercedes Sánchez Noguera,
llegaba inusitadamente, debían asumir la maternidad cuando ya no eran tan
jóvenes, ese tiempo, había pasado…
DE CASTA LE VIENE EL TALENTO
La educaron con la sabia que da la adultez,
sin flaquezas. Debían criarla fuerte e independiente, por si a ellos les
sucedía algo, para que afrontara bien su futuro, y le infundieron que, únicamente,
se alcanza un objetivo con esfuerzo.
Bajo esos preceptos cursó la Enseñanza Primaria, no hubo actividad en la
que no estuviera presente. Le inculcaron hábitos de estudio, estimularon su
pasión por la lectura, y ella hizo de esas lecciones un sacerdocio.
Andando el tiempo llegó a la secundaria básica, en esta se desempeñó con igual
proceder, su trayectoria posibilitó que
le otorgaran una beca para el Instituto
Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Silberto Álvarez Aroche, en
Bayamo.
En el Instituto, también aprovechó su tiempo y continuó siendo una
adolescente madura y enfocada. Participó en concursos nacionales en Biología,
fue una alumna integral, muchas asignaturas las convalidaba, sus excelentes
notas hicieron que conquistara su sueño: la carrera de Medicina.
Hoy, Barbarita compensa los desvelos de sus padres, está en segundo año de Medicina, en la Filial
de Ciencias Médicas Efraín Benítez Popa, de Bayamo, Granma.
Hace poco, acudí a su casa impactada, me dijeron que había sido intervenida
quirúrgicamente, su mamá me narró lo ocurrido,
aún estaba en cuidados intensivos. Cuando la egresan, yo, ni corta ni
perezosa, los atosigo con una avalancha
de preguntas:
-¡Cómo que un tumor mesentérico
congénito!, quién te lo descubrió, te sentías mal…denme detalles.
-Sí, tenía un tumor de ese tipo.
“Yo llegué de la Universidad y me puse a palparme, como me enseñaron, en decúbito
supino en mi cama, de momento toqué algo que no era consistente con lo
aprendido, sentí que algo muy raro tenía, continué apretándome y veía que el
abdomen no subía, de pronto, se me hizo un promontorio en el centro, entonces
supe que algo malo sucedía, entré en pánico y desesperadamente llamé a mi madre.
“Al día siguiente fuimos para el Hospital Carlos Manuel de Céspedes, y me
vio la doctora María Julia Ojeda, eminente cirujana bayamesa, quien al palparme,
prácticamente, me cargó y balanceó el tumor que se extendía en los extremos
derecho e izquierdo del abdomen, y sentenció, que casi estaba segura de que era
un mesentérico, el tercero visto en su vida en más 40 años como médico, pero
que efectuaría pruebas para concretar el diagnóstico. Y, en efecto, resultó lo
que esperaba.
La doctora María Julia y un equipo de expertos cirujanos intervinieron
quirúrgicamente a Barbarita. La operación resultó exitosa, mas, fue necesaria una segunda, por presentarse una
oclusión intestinal. Ya la jovencita se recupera en su casa, bajo la atenta
mirada de sus progenitores.
Últimamente, hemos conversado mucho,
quiere ser como María Julia, como Ángel Norber y Yurennys Rosales y los demás
galenos que le salvaron la vida. Al oírla hablar, y luego reflexionar, sentí
que le debía estas líneas por su apego
a la superación constante, y también a estos
cirujanos que escriben páginas de entrega y la mayor parte de las veces
quedan ocultas en el anonimato.
Si Barbarita en su segundo año de carrera
se detectó un tumor, a punto de estallar, que pudo ocasionarle la muerte, qué
quedará para cuando esté repleta de sapiencia, de seguro, un andar promisorio
por esas sendas de altruismo de la Medicina cubana, que la Revolución ha sabido elevar a niveles del primer mundo.
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