A kenita
Nunca pensé que la Nymphaea caerulea, o
mejor flor de loto, fuera venerada por multitudes desde tiempos inmemoriales, ni que la concibieron como símbolo de la pureza pues a pesar de crecer en lugares
pantanosos al emerger se eleva fluorescente,
estilizada, fragante e impecable expandiendo su exquisito aroma al vaivén de
las aguas en el cálido verano.
Tampoco sospechaba que solo en
China se conocen más de 300 variedades en una gama que va desde el rosa intenso
al blanco puro, pasando por el rosa
carne hasta el amarillo; ni que sus anchas hojas proveen de sombra a los peces
y reducen la aparición de algas. Asimismo la semejan con el corazón al atribuir
que toda la creación lleva internamente algo comparable con la flor de loto
desarrollándose.
La devoción de los hindúes por la flor de loto, al
correr del tiempo, se fue extendiendo hacia otras culturas hasta convertirse en
sustento de doctrinas religiosas como el
Budismo Loto Sutra. Para ellos representaba divinidad, fertilidad,
riqueza, conocimiento e ilustración. Hoy constituye su símbolo nacional.
En la civilización egipcia aparece vinculada a la
figura de Ra, dios del Sol, dado que la loto solo abre de día. De esta, cuenta
la fábula, surgió Nefertum, dios de los perfumes, al proporcionarles agradables
efluvios.
También alcanza gran connotación en la mitología
griega, así lo recoge: una hermosa joven huyó asustada y se hundió en el lodo;
durante siglos lidió por salir del sitio
destinado a los perdedores y logró brotar como hermosa flor de largos pétalos.
Para ellos representaba el tiempo después de haber contendido
incansablemente en contra del fracaso.
Mientras, en el cristianismo el loto tiene su
alternativa en el lirio blanco, y se lo dedican a la virgen María, reina de los
cielos, quien sintetiza la fertilidad y la pureza. Tradicionalmente el Arcángel
Gabriel lleva a María el lirio de la Anunciación.
Y en China, con la dinastía Sung, S.X-XIII, surge la
costumbre de vender los pies de las niñas de cuatro a nueve años, “los pies de
loto dorados”, denominados así porque el balanceo al caminar resulta similar al
del loto mecido por el aire.
Los pies
chicos femeninos forman parte del erotismo chino, y no dudaron en someter a sus
mujeres y condenarlas a usar vendas para impedir su crecimiento. El dolor y el sufrimiento las acompañaba durante toda
su vida, al punto que solo las retiraban cuando los lavaban y lo hacían como
ritual para que los dioses mitigaran sus penas.
Para el budismo personifica la fuerza y la percepción
intrínseca de todos los seres humanos. Esta flor nace del lodo y, sin embargo,
crece hacia arriba. Similarmente quienes permanecen atascados en la oscuridad
de la ignorancia despliegan las verdaderas cualidades de sapiencia y compasión
cuando trascienden sus deseos y enojos.
Y heme aquí,
explotando las posibilidades digitales, yendo y viniendo entre civilizaciones
milenarias, en la búsqueda de el porqué
de mi preferencia por esta flor, y no me equivoqué…
Recientemente mi hija me obsequió una, tiene pétalos lanceolados y cóncavos, dispuestos en forma de
rayos y contiguos entre sí, ordenados en varios niveles, de tal modo que los
superiores cubren los espacios intermedios de los que están por debajo,
imitación perfecta de la naturaleza que mucho agradezco.
Mi flor es morada y se degrada hacia el blanco, no es
divina porque pertenece a mi mundo, nada que ver con lo narrado, pero estará
ahí para mí, quizás hasta cuando pasen todas las estaciones que restan de mi
existencia.
No sé si mi fantasía supera la ficción, pero juraría
que a la flor de loto la he contemplado tal cual es, floreciendo al salir de la
superficie del agua en un jardín chino desde un puente de madera sobre una
laguna, allí me ha seducido su dulce esencia y me he sentido renovada…
comoquiera, quién sabe, estaría soñando, o a lo mejor sucedió en una encarnación anterior u
ocurrirá, lógicamente, en otra dimensión.